Cuando Sara Benedict tuvo que enfrentarse al duro golpe de la muerte de su padre y la inminente bancarrota, no pudo soportar la idea de verse obligada a depender de Rand Emory, un importante hombre de negocios de San Francisco.
Rand había prometido que se haría cargo de ella, pero Sara no estaba conforme con los planes que había hecho para su futuro.
Dispuesta a no dejarse manejar, procuró guardar las distancias, incluso cuando se convirtió en su jefe. Pero debajo del hombre frío e inflexible se escondía un corazón tierno y sensible, capaz de amar, que Sara no iba a tardar en descubrirlo.
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